La actitud Leonina
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Copyright por Claudia Lamata de Gigli
Ha finalizado
la función, el telón cae acariciando el piso del escenario, para abrirse
nuevamente dejando ver a todo el elenco de la obra. Actrices y actores, saludan
extendiendo los brazos hacia delante o hacia los costados, unos. Otros en
cambio menos efusivos con un leve movimiento inclinan el cuerpo, bajando la
cabeza en una casi tímida actitud de agradecimiento. Más todos ellos sienten
bullir en su corazón burbujas de euforia, orgullo y dignidad. Todos ellos
piensan que esa lluvia de aplausos le corresponde mas que al
compañero/a. Son el centro entre una
multitud de gente, que les sonríen, los ovacionan y los adoran. Con el correr
de los minutos los aplausos continúan, la gente se ha puesto de pie. ¡“Genio”,”
Diosa”!, grita el público emocionado. Y ellos llegan a un clímax, el cual les
hace sentir superior y su ego parece desbordar la materia de sus cuerpos aún
humanos.
Luego, después
que todo finaliza, las luces se apagan y el teatro queda vacío y en silencio como una gran bóveda oscura, cada actor y cada actriz,
se cambia de ropa y sale a la vida. Pasan a ser un hombre y una mujer más. Un
hombre o mujer común con sus obligaciones, defectos, virtudes y necesidades.
Hasta el día siguiente, en que otra función habrá.
Y es hasta que
otra oportunidad se le presente al nativo del signo de Leo. Como el actor el
nativo/a de este signo de fuego busca ser el protagonista, necesita ser el
centro, para él es un deber acaparar la atención, es una cuestión de dignidad.
El leonino
utiliza todos los recursos que tiene a su alcance para lograr su objetivo, y
dado a la fijeza del signo lo consigue por su perseverancia.
En muchas
oportunidades me detuve a observar situaciones en las que un Leo buscaba llegar
a su meta y realmente me asombré cuando noté que eran capaces de muchas cosas.
Las metas
leoninas poco tienen que ver con sus compañeros de elemento es decir Aries y
Sagitario. El primero es hábil en el inicio y en la creatividad, cuanto antes
termine mejor para aprovechar y sacar frutos de su trabajo, sin importarle
demasiado si lo miran o no. Logrado el objetivo, mucho no importa el resto.
Sagitario se dispersa más y se concentra en sus propios deseos que son muchos.
En cambio Leo necesita convocar, que lo rodeen
y sobre todo llamar la atención de los demás.
Esta tarea no
es sencilla ya que no siempre podemos ser el centro de nuestra familia, amigos,
trabajo etc. Pero Leo se caracteriza por lograr que esto ocurra. “Para Leo la vida es un
escenario”
Una de las
características más notables en este signo, que advertí, se reiteró con frecuencia
en diferentes nativos y se trata de
Pero Leo está
muy lejos de sentir así. A este signo le cuesta dar, y mas lo que el cree que
es suyo o lo que a él le gusta. Mas aún, Leo da un trozo y luego pide la pieza
entera. Existe en él una especulación que a veces no lo ayuda a evolucionar.
Otra de las
características que poseen, consiste en rodearse de personas que se destaquen o
brillen de alguna manera. Si es públicamente mejor, ir a fiestas importantes,
codearse con gente de buena reputación o de un nivel superior al que ellos
tienen, o de un poder económico también importante.
Es el ideal de
todo Leonino, aunque para ello tengan que renunciar a valores mas auténticos. Lo
importante es el brillar.
Lo esencial es
la actuación, el brillo y ser la atracción.
Esto no
significa que Leo se reduzca solo a estas formas de ser. Es un signo muy
creativo, con una gran capacidad de interpretar el arte y también con una gran
inteligencia cuando a la hora de investigar o de estudiar se trata. Son muy
buenos profesionales y como todo signo de fuego poseen una intuición muy
desarrollada. Tienen un don muy particular que es entender los procesos
mentales y emocionales del individuo. Conozco muchos leoninos que son
psicólogos y realizan su trabajo con una exquisita perfección.
También es un
signo cálido y afectuoso cuando ama.
Es poseedor de una
gran riqueza interior que fluye y nutre, siempre y cuando su Ego no interfiera.
Cuando esto ocurre ese tesoro de oro que alberga su alma se invierte,
convirtiéndolo en un esclavo de su propio centro. Es cuando el quiebre se
produce y el nativo se pierde en un laberinto de necesidades banales y
superficiales llevándolo a cometer acciones que tiran por el piso toda la
riqueza interior. El afán de destacarse y de brillar, como el orgullo desmedido
lo perjudican. La actitud de soberbia que los ataca les hace pasar de la
calidez a una indiferente frialdad, donde solo ellos parecen importar.
Así es como vemos
a nuestro nativo de Leo como un ser humano distante, concentrado en si mismo y
jugando a representar un rol, como el actor que interpreta un personaje.
Es frecuente
notar que esa actitud no dura para siempre y que al rey León se le cae la
corona. Pero su orgullo nunca le va a permitir sincerarse y decir la verdad.
Utilizará mil y un argumentos falsos para justificar su derrota, pero jamás
dirá la verdadera causa de su fracaso. Una pérdida que el mismo produjo por
estar encadenado a su propio ego.
Leo podría
llegar a una reparación, con sola una pequeña dosis de humildad y de valentía.
A pesar de su imagen de fortaleza, le falta valor para enfrentarse y perdonarse
a si mismo.